TIPOS DE MASÍAS
Atendiendo a los diferentes elementos arquitectónicos que
conforman una masía, tales como la disposición de las vertientes de la
cubierta, los acabados de la fachada, o la disposición vertical de sus pisos,
podemos distinguir hasta siete tipos diferentes de masías:
1.- Masías pequeñas o de alta montaña: Son las
construcciones de origen más humilde. Constan de dos vertientes, que desaguan
hacia las fachadas principal y posterior.
2.- Masías medianas o comunes: Es el tipo de
construcción más frecuente en Catalunya. Consta también, de dos vertientes,
pero que en este caso, desaguan hacia las fachadas laterales.
3.- Masías grandes o Casas Pairales: Son
edificaciones más grandes, de aspecto señorial. Presentan galerías con porches
y fachadas ornamentadas. La cubierta está construida a cuatro vertientes.
4.- Masías con torre y aspecto fortificado:
Estas construcciones son más propias de las zonas costeras, por la inseguridad
a la que se veían sometidas debido a las constantes incursiones piratas desde
el mar. Las torres y fortificaciones estaban diseñadas para soportar ataques de
pequeña envergadura. Las construcciones estaban unidas entre sí, compartiendo ,
en algunos casos, dependencias interiores.
5.- Masías basilicales: Están compuestas por tres
cuerpos: dos laterales y uno central, más elevado. La cubierta , de dos
vertientes, desagua hacia las fachadas laterales.
6.- Masías de viña: Son construcciones formadas
por la masía, propiamente dicha y diversos edificios complementarios, que se
unen, configurando un patio central. Se emplazan, sobre todo, en la comarca del
Alt Penedès, y se asemejan a los cortijos andaluces.
7.- Masías indianas coloniales: Destacan por sus
ricos acabados y ornamentación exterior. Son grandes edificaciones, ostentosas,
construidas a partir de modelos importados de América latina, por sus
propietarios.
PROBLEMÁTICA ACTUAL
La masía, como elemento vivo, ha tenido un nacimiento, un
crecimiento, una época de esplendor y en la actualidad parece encaminarse hacia
la decadencia o, aún peor, a su desaparición. Con el transcurso de los años, lo que comenzó siendo una
explotación agraria o ganadera, se ha ido convirtiendo en segunda residencia,
restaurante o, en el mejor de los casos, en alojamiento turístico rural o en
casa de colonias. En la actualidad, en Catalunya quedan unas 6.000 masías.
Su situación es, según las últimas investigaciones, alarmante, corriendo el
riesgo real de desaparecer para siempre de nuestra fisonomía. Las masías se van quedando desalojadas. Sus moradores
prefieren irse a vivir a las ciudades, lejos de las penurias y la incertidumbre
de la vida agrícola. La administración ha dado un pequeño paso en su defensa,
catalogando las masías, pero no de forma unánime y reglamentada, por lo que
cada ayuntamiento lo ha interpretado a su conveniencia. Tenemos un patrimonio
que hay que proteger, pero tratándose de un patrimonio que no genera riqueza,
el interés público es escaso y se desvanece con prontitud.
Joan Curós Vilà, doctor arquitecto, profesor de proyectos
de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallés y subdirector de la
misma, propone dos tipos de pautas de intervención, por parte de la
administración, para afrontar el problema:
1.- A nivel legislativo, se trata de evitar la
especulación en las zonas rurales y naturales.
2.- A nivel productivo, “proteger al agricultor y al
ganadero como a un jardinero del paisaje, subvencionar la agricultura y
ganadería ecológica, especialmente a la ganadería de montaña, para proteger los
prados, incentivar productos en denominación de origen, favorecer el uso del
turismo rural”.
Se trata, en definitiva, de favorecer la actividad
agrícola y ganadera, de manera que las masías continúen siendo atractivas para
sus propietarios.
Si no conseguimos que la masía continúe funcionando como
una unidad económicamente rentable, desaparecerá como tal o se verá resignada a
iniciar nuevos usos de explotación, ajenos a su esencia histórica y social.
Una masía que desaparece o es abandonada, no es más que
el mudo testimonio de una pequeña parte de nuestra historia cotidiana… Una página
incompleta en nuestra memoria más cercana, que desaparecerá junto a sus
moradores.
Cada masía que desaparece es un fracaso nuestro, pero
sobre todo, de las diferentes Administraciones públicas y sociales. Ciegas ante
un problema que plantea demasiados esfuerzos económicos para el “escaso”
beneficio social que les repercute.
En el delta del Llobregat, a día de hoy, aún podemos
disfrutar de algunas de estas “maravillas” arquitectónicas. Y podemos, también,
hablar con sus moradores, que gustosos nos narraran las mil y una historias que
nacieron entre sus muros y que ahora forman parte de la historia de nuestra
población.
Pero, por desgracia, son muchas más las que han
desaparecido o se encuentran prácticamente abandonadas.
El futuro de las masías, a mi entender, es tan cierto
como lamentable. Si no hacemos algo y lo hacemos ya, en breves años las pocas
masías que aún queden en pie, no serán más que un reflejo romántico de aquello
para lo que fueron creadas: Restaurantes, hospedaje rural, casas de colonias, segundas
residencias, etc.
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