El Prat de Llobregat fue conocido, durante siglos, como “el pueblo de las fiebres”; nombre genérico que comprendía enfermedades tales como el paludismo, la disentería, el tifus y las hepatitis; provocadas por los mosquitos y el agua no potable. La falta de condiciones higiénicas en el delta del Llobregat, hasta hace muy poco, causó verdaderos estragos a nuestros antepasados, indefensos a merced de un medio hostil e inclemente. Estas son pequeñas historias de aquella gente, marcada por la insalubridad, la pobreza, la incultura, la violencia, el trabajo y el sudor pegado al cuerpo, pero sobre todo, por un amor desmedido hacia esta tierra.

domingo, 10 de febrero de 2013

Ca l'Anguiler (casa del Anguilero). Parte 1


Imagen: Ca l´Anguiler. Año 1912-1913

“La crecida repentina que el pasado domingo por la tarde tuvo el río Llobregat, producida por los aguaceros caídos en el término de Monistrol, fué causa de que una tartana, en la que iban tres personas muy conocidas en esta ciudad, de regreso de uno de sus vedados de marina, donde habían pasado el día, fuese, al cruzar el vado arrastrada por la impetuosa corriente.
Uno de los viajeros atravesó el río á nado, llegando á la orilla después de verdaderos esfuerzos, acudiendo á sus voces y á los disparos de revólver que hizo, Baldomero Espigalleu Sigalés, Baldomero Petit, el pastor Sento y el guardia jurado Ramón Méndez, de la propiedad del señor marqués de Alella, y Tomás Alonso (a) “Anguilero”, con su sobrino Daniel Belda con una barca.
Inmediatamente empezaron los trabajos de salvamento, siendo sacados los dos señores restantes del centro del río por medio de cuerdas.
El tartanero y la caballería fueron conducidos á la otra orilla del río con auxilio de la barca.
No es ésta la primera vez que las mentadas personas en el citado sitio han tenido que prestar servicios análogos, lo cual gustosos hacemos público.” (1).
Este relato, publicado en el diario La Vanguardia, en el año 1904, narra el incidente acaecido a un pequeño carruaje que intentaba cruzar el río desde el Prat hasta Hospitalet de Llobregat, a través de uno de los pasos -o “vados”-, que se utilizaban cuando llevaba poco caudal.
En él se menciona a varias personas, entre ellos, Tomás Alonso, “el Anguilero” , que no es la primera vez que interviene en acciones de rescate en este mismo lugar. Y es que el río Llobregat, a principios de siglo, aún era fuente de vida y, por desgracia, fuente de tragedias…

Ca l´Anguiler
“Ca l´Anguiler” -o “casa Anguilero”, como también era conocida- era una masía de tipo mediano o común, la más frecuente en Catalunya; constaba de planta principal, donde se ubicaban la cocina y el comedor y un primer piso, destinado a los dormitorios. Como todas –o casi todas- las masías catalanas tenía planta rectangular y estaba orientada hacia el sol de la mañana. El tejado, de teja catalana, era a dos aguas y desaguaba hacia las fachadas principales, característica común en las masías del delta del Llobregat, aunque contraria a la norma de este tipo de masías, que normalmente lo hacen hacia las fachadas laterales. Sus dimensiones eran pequeñas, aproximadamente 6,40 metros de longitud, por 4,60 metros de anchura y 8,60 metros de altura; lo que da una superfície total de unos 60 metros cuadrados. Estaba situada en el margen izquierdo del río Llobregat, cerca de su desembocadura, en el barrio conocido como Can Tunis (Casa Antúnez), de l´Hospitalet de Llobregat, y era “lugar sobradamente conocido en aquellos parajes lindantes al río “ (2) “pels mejars d´anguiles i els seus sucs de la cocció d´aquestes” [“por sus platos cocinados con anguila y los caldos de su cocción”] (3).
Desde el año 1904 tenemos noticia, a través de publicaciones en diferentes medios de comunicación de Barcelona, de excursiones celebradas a Ca l´Anguiler, por parte de cazadores, personalidades públicas, instituciones y entidades deportivas, atraídos tanto por su cocina, como por la belleza de su entorno natural. Los domingos, grupos de cazadores eran transportados en canoa a los humedales y pinedas del Prat de Llobregat donde había caza abundante y después eran recogidos, para disfrutar del almuerzo previamente encargado. A pesar de sus reducidas dimensiones, la asistencia a este popular restaurante podía ser numerosísima, como demuestra una crónica de “La Vanguardia”, del año 1915: “acudieron unos 35 ciclistas, almorzando en la orilla del Llobregat, bañándose algunos” (4). “La pesca y la caza constituían la materia prima del comedor, muy apreciadas por sus clientes” (5), de buena cocina, ca l´Anguiler ofrecía a sus visitantes la posibilidad de disfrutar de un paseo en canoa por el río o de un baño refrescante a orillas del Llobregat, o en la cercana playa de L´Hospitalet, junto al faro conocido popularmente como “la Farola del Llobregat”.
Los medios de transporte utilizados para llegar al restaurante eran muy variados: en moto o bicicleta –a pesar del mal estado de los caminos -, en canoa –desde el mar-, o en tranvía, desde que el 19-05-1905 se inauguró la “línea del Morrot” –como se la conoció popularmente-, que partía desde la Rambla Santa Madrona hasta Casa Antúnez.
Otra particularidad más que presentaba la masia de ca l´Anguiler era la presencia de una cabaña que servía de almacén, de unos 4x2,70x3,45 metros (largo x ancho x alto), situada delante de la vivienda y orientada, también al mar. Su estructura era muy sencilla -un esqueleto de madera con cubierta vegetal a dos vertientes, que descansaba sobre las paredes laterales-, y guardaba un gran equilibrio con su entorno, ya que utilizaron para su construcción materiales proporcionados por la naturaleza: madera, cañas, juncos o carrizos, para su bastimento, y barro y paja para revestir las paredes. Estas barracas primitivas, desaparecidas en la actualidad en el delta del Llobregat, estaban emparentadas con las barracas del delta del Ebro. Muchos investigadores sitúan su origen en las familias valencianas que llegaron a nuestras tierras para trabajar en las duras labores de siembra, escardada y recogida del arroz.

Durante varias generaciones, desde finales del siglo XIX o principios del siglo XX, la masia de Ca l´Anguiler estuvo abierta al público ofreciendo exquisitos platos a sus comensales, entre los que destacaban la caza y, sobre todo, las anguilas pescadas en las limpias aguas del río Llobregat. Pero todo terminó la fatídica noche del 25 de septiembre de 1962…

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