El Prat de Llobregat fue conocido, durante siglos, como “el pueblo de las fiebres”; nombre genérico que comprendía enfermedades tales como el paludismo, la disentería, el tifus y las hepatitis; provocadas por los mosquitos y el agua no potable. La falta de condiciones higiénicas en el delta del Llobregat, hasta hace muy poco, causó verdaderos estragos a nuestros antepasados, indefensos a merced de un medio hostil e inclemente. Estas son pequeñas historias de aquella gente, marcada por la insalubridad, la pobreza, la incultura, la violencia, el trabajo y el sudor pegado al cuerpo, pero sobre todo, por un amor desmedido hacia esta tierra.

sábado, 9 de febrero de 2013

La masía catalana III



TIPOS DE MASÍAS
Atendiendo a los diferentes elementos arquitectónicos que conforman una masía, tales como la disposición de las vertientes de la cubierta, los acabados de la fachada, o la disposición vertical de sus pisos, podemos distinguir hasta siete tipos diferentes de masías:
1.- Masías pequeñas o de alta montaña: Son las construcciones de origen más humilde. Constan de dos vertientes, que desaguan hacia las fachadas principal y posterior.
2.- Masías medianas o comunes: Es el tipo de construcción más frecuente en Catalunya. Consta también, de dos vertientes, pero que en este caso, desaguan hacia las fachadas laterales.
3.- Masías grandes o Casas Pairales: Son edificaciones más grandes, de aspecto señorial. Presentan galerías con porches y fachadas ornamentadas. La cubierta está construida a cuatro vertientes.
4.- Masías con torre y aspecto fortificado: Estas construcciones son más propias de las zonas costeras, por la inseguridad a la que se veían sometidas debido a las constantes incursiones piratas desde el mar. Las torres y fortificaciones estaban diseñadas para soportar ataques de pequeña envergadura. Las construcciones estaban unidas entre sí, compartiendo , en algunos casos, dependencias interiores.
5.- Masías basilicales: Están compuestas por tres cuerpos: dos laterales y uno central, más elevado. La cubierta , de dos vertientes, desagua hacia las fachadas laterales.
6.- Masías de viña: Son construcciones formadas por la masía, propiamente dicha y diversos edificios complementarios, que se unen, configurando un patio central. Se emplazan, sobre todo, en la comarca del Alt Penedès, y se asemejan a los cortijos andaluces.
7.- Masías indianas coloniales: Destacan por sus ricos acabados y ornamentación exterior. Son grandes edificaciones, ostentosas, construidas a partir de modelos importados de América latina, por sus propietarios.

PROBLEMÁTICA ACTUAL
La masía, como elemento vivo, ha tenido un nacimiento, un crecimiento, una época de esplendor y en la actualidad parece encaminarse hacia la decadencia o, aún peor, a su desaparición. Con el transcurso de los años, lo que comenzó siendo una explotación agraria o ganadera, se ha ido convirtiendo en segunda residencia, restaurante o, en el mejor de los casos, en alojamiento turístico rural o en casa de colonias. En la actualidad, en Catalunya quedan unas 6.000 masías. Su situación es, según las últimas investigaciones, alarmante, corriendo el riesgo real de desaparecer para siempre de nuestra fisonomía. Las masías se van quedando desalojadas. Sus moradores prefieren irse a vivir a las ciudades, lejos de las penurias y la incertidumbre de la vida agrícola. La administración ha dado un pequeño paso en su defensa, catalogando las masías, pero no de forma unánime y reglamentada, por lo que cada ayuntamiento lo ha interpretado a su conveniencia. Tenemos un patrimonio que hay que proteger, pero tratándose de un patrimonio que no genera riqueza, el interés público es escaso y se desvanece con prontitud.
Joan Curós Vilà, doctor arquitecto, profesor de proyectos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallés y subdirector de la misma, propone dos tipos de pautas de intervención, por parte de la administración, para afrontar el problema:
1.- A nivel legislativo, se trata de evitar la especulación en las zonas rurales y naturales.
2.- A nivel productivo, “proteger al agricultor y al ganadero como a un jardinero del paisaje, subvencionar la agricultura y ganadería ecológica, especialmente a la ganadería de montaña, para proteger los prados, incentivar productos en denominación de origen, favorecer el uso del turismo rural”.
Se trata, en definitiva, de favorecer la actividad agrícola y ganadera, de manera que las masías continúen siendo atractivas para sus propietarios.
Si no conseguimos que la masía continúe funcionando como una unidad económicamente rentable, desaparecerá como tal o se verá resignada a iniciar nuevos usos de explotación, ajenos a su esencia histórica y social.
Una masía que desaparece o es abandonada, no es más que el mudo testimonio de una pequeña parte de nuestra historia cotidiana… Una página incompleta en nuestra memoria más cercana, que desaparecerá junto a sus moradores.
Cada masía que desaparece es un fracaso nuestro, pero sobre todo, de las diferentes Administraciones públicas y sociales. Ciegas ante un problema que plantea demasiados esfuerzos económicos para el “escaso” beneficio social que les repercute.
En el delta del Llobregat, a día de hoy, aún podemos disfrutar de algunas de estas “maravillas” arquitectónicas. Y podemos, también, hablar con sus moradores, que gustosos nos narraran las mil y una historias que nacieron entre sus muros y que ahora forman parte de la historia de nuestra población.
Pero, por desgracia, son muchas más las que han desaparecido o se encuentran prácticamente abandonadas.
El futuro de las masías, a mi entender, es tan cierto como lamentable. Si no hacemos algo y lo hacemos ya, en breves años las pocas masías que aún queden en pie, no serán más que un reflejo romántico de aquello para lo que fueron creadas: Restaurantes, hospedaje rural, casas de colonias, segundas residencias, etc.

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