El Prat de Llobregat fue conocido, durante siglos, como “el pueblo de las fiebres”; nombre genérico que comprendía enfermedades tales como el paludismo, la disentería, el tifus y las hepatitis; provocadas por los mosquitos y el agua no potable. La falta de condiciones higiénicas en el delta del Llobregat, hasta hace muy poco, causó verdaderos estragos a nuestros antepasados, indefensos a merced de un medio hostil e inclemente. Estas son pequeñas historias de aquella gente, marcada por la insalubridad, la pobreza, la incultura, la violencia, el trabajo y el sudor pegado al cuerpo, pero sobre todo, por un amor desmedido hacia esta tierra.

sábado, 9 de febrero de 2013

Accidente aéreo en el Prat (3-2-1944). Parte 2



El bimotor Douglas DC-2, con capacidad para 14 personas, transportaba en aquel fatídico viaje a 11 viajeros: 9 pasajeros y 2 tripulantes.
Como consecuencia del brutal impacto y el posterior incendio, murieron 7 de ellos, pero podían haber sido muchos más...

Remei Castells, que se encontraba en la cocina del número 5, donde había impactado el ala del avión, había salido hacía cinco minutos a comprar cerillas.
Antonio Ruíz, que residía en el número 9, había abandonado la habitación donde cayó parte del fuselaje, diez minutos antes.
Y por suerte, la vivienda del número 7, donde residía el matrimonio Martos con sus cuatro hijos, y donde se produjeron los mayores daños, se encontraba, en aquel momento, vacía.

Los cadáveres, difíciles de identificar por el lamentable estado en que se encontraban, fueron trasladados al depósito del Cementerio Municipal, donde se instaló la capilla ardiente.
Entre las víctimas se contaban eminentes personalidades del mundo de la medicina y la indústria de Barcelona:

Doctor Joaquín Espinosa Ferrándiz. 40 años de edad. Desempeñaba en Barcelona los cargos de jefe de Seguros Médicos Sociales, profesor auxiliar de Higiene y Microbiología de Medicina, jefe de Servicios de Higiene Infantil de Sanidad Nacional, asesor médico de la Sección Femenina de la Falange, consejero de la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros y profesor auxiliar de la Factultad de Medicina.

Doctor Tomás Vives y Vives. 31 años de edad. Jefe del Parque de Farmacia Municipal y jefe de los Servicios Farmacéuticos del Ayuntamiento de Barcelona.

Don José María Escardo Valls. 44 años de edad. Intendente mercantil de las empresas Compañía de Hilaturas Fabra i Coats, S.A., Proveedora Ibérica, S.A., Eléctrica Ibero-Americana, S.A. y Unión de Fabricantes Exportadores de Redes, S.A.
Don Juan José Núñez Platero. 33 años de edad. Conocido impresor barcelonés a cargo de las empresas INGRAP, Imprenta Núñez, Sistemas de Control y Papelera del Mijares, S.A..

Don Ramón Sanllehi Masdevall. 49 años de edad. Consejero de una entidad bancaria de Barcelona y presidente del Girona F.C. (1939-1940). Fallecido, víctima de las heridas acaecidas, en el Hospital Clínic de Barcelona.

El último cadáver encontrado corresponde, al parecer, al súbdito norteamericano Mr. Bamble. Aunque no he conseguido averiguar nada acerca de él.

Entre los afortunados supervivientes al terrible accidente se encontraban 4 personas:
Mr. Mc. Lane. Súbdito norteamericano, de 45 años, que presentaba quemaduras en manos y piernas y magulladuras por todo el cuerpo.

Vicente Boluda. Empleado de Telefónica, que presentaba cuadro de magullamiento general.

Señores Milles y González, tripulantes del DC-2 accidentado.
Ninguna de ellas, revestía gravedad.

Según cuentan las crónicas, durante semanas, un desconocido estuvo visitando el lugar del suceso, para llorar la muerte de un familiar. Es la parte desconocida de toda tragedia. Por que cada trágico suceso conlleva un doble dolor: De una parte, el de las vidas inocentes que se pierden... De otra, el de los familiares y amigos que quedan desconsolados.
A día de hoy, nada queda en la calle del Prat, que recuerde aquel triste acontecimiento, a pesar de que las viviendas implicadas continúan prácticamente inalteradas.
El tiempo, que todo lo borra, ayuda a olvidar nuestras penas y glorias. Pero, mientras permanezca el relato de los hechos y la voluntad de leerlos, siempre quedará un rincón para la memoria...
...aunque en este caso sea triste la evocación.

1 comentario:

  1. Sabemos que los avances sociales tienen un coste y el desarrollo de la Aviación conlleva, tristemente, su cuota de trágicos accidentes. Es una fatal estadística y éste aquí referido es parte de ella, solo nos queda agradecer al autor de esta crónica el que nos haya ilustrado con su recuerdo.

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