El Prat de Llobregat fue conocido, durante siglos, como “el pueblo de las fiebres”; nombre genérico que comprendía enfermedades tales como el paludismo, la disentería, el tifus y las hepatitis; provocadas por los mosquitos y el agua no potable. La falta de condiciones higiénicas en el delta del Llobregat, hasta hace muy poco, causó verdaderos estragos a nuestros antepasados, indefensos a merced de un medio hostil e inclemente. Estas son pequeñas historias de aquella gente, marcada por la insalubridad, la pobreza, la incultura, la violencia, el trabajo y el sudor pegado al cuerpo, pero sobre todo, por un amor desmedido hacia esta tierra.

domingo, 10 de febrero de 2013

El Prat de Llobregat. Año 1891


Hace tiempo, mientras buscaba información en la hemeroteca digital del diario La Vanguardia, descubrí un bello escrito de José Zulueta y Gomis dedicado al Prat de Llobregat. El artículo, que aparece publicado en la edición del día 25 de junio de 1891, muestra, a través de una prosa poética y llena de detalles, un fiel retrato de esta población a finales del siglo XIX. Sin más preámbulos, es hora de compartir este magnífico documento y viajar en el tiempo, de la mano de José Zulueta, hasta este pequeño rincón del delta del Llobregat.

“Dejémonos llevar por la corriente, y váyamos al Prat, no como los cazadores que acuden á los márgenes del famoso río al acecho de los patos, codornices y otras aves de paso, sino con el objeto de estudiar esa planicie, que en una extensión de más de 20 mil hectáreas no presenta la más ligera ondulación en su terreno, y puede considerarse sin exageración como la flor y nata de las tierras de Cataluña. Flor y nata escribo, no en sentido figurado tan sólo, sino en sentido real. Todos los bosques, yermos y campos que en el Llobregat vierten sus aguas se han visto despojados durante siglos de los detritus sustanciosos, del humor inapreciable de las tierras fecundas, arrastrados por los aguaceros, llevados por el río en sus frecuentes crecidas y lentamente depositados en su delta siempre creciente hasta formar, quién sabe en cuantos siglos, lo que llamamos el llano del Llobregat.
Profundizad el terreno y no encontrareis ni una piedra que pueda dificultar el crecimiento de las raíces. Regad los campos con las aguas cenagosas de las riadas y esto equivale á un fuerte abono. El sol ardiente de las estaciones cálidas templado por la fresca brisa del mar que se recibe de primera mano. Los fuertes vientos cortados por líneas bien dispuestas de árboles, especialmente de álamos blancos rechonchos, que en otros tiempos servían de apoyo á las parras de cuyos reacimos se elabora el llamado vino griego. Pobladores inteligentes, sobrios, infatigables para el trabajo, compitiendo las mujeres con los hombres en las duras faenas del campo, sin más coquetería que preservar su rostro de los ardores del sol por medio de saliente capota formada con el mismo pañuelo con que cubren su cabeza. Proximidad á la capital para importar abundantes abonos y exportar los productos. Con tales elementos no es maravilla que los árboles frutales, los forrages y los cereales, que constituyen su cultivo, se ofrezcan á la vista con esa intensidad de color y esa plenitud de vegetación que son el signo más evidente de su robustez y la promesa menos engañosa de la abundancia de sus rendimientos.
Así no es maravilla tampoco que se pague en mil duros una mojada de primera (poco más de media hectárea); que por igual extensión de alfalfa se hayan llegado á satisfacer quinientas pesetas por el arrendamiento de un año, si bien esto lo reputo escepcional; y que pasa de 200 quintales las patatas que se cosechan en aquella medida de tierra.
Apresurémonos á decir que ni todo el monte es orégano, ni todo ha sido siempre floreciente como hoy. Que la fertilidad de las tierras del bajo Llobregat es proverbial, no cabe negarlo. Antiguamente en los campos de secano germinaban vigorosos trigos y en sus extensos yermos se apacentaban numerosos ganados que en el matadero de Barcelona encontraban el fin de su existencia. Para explotar las ventajas naturales de esa comarca se construyó el canal de la Infanta (1) y sucedió lo que en todos los canales de España, esto es, que no habiéndose abierto al mismo tiempo los indispensables conductos de desagüe, con el riego abundante y las aguas subterráneas someras, vino el encharcamiento, el paludismo, el abandono de las tierras: los juncales espesos y pujantes sustituyeron á los cultivos: las marismas se enseñorearon del país, lanzando al espacio los reflejos cristalinos de las sales, atraídos á la superficie por el sol, y exhalando á la atmosfera los miasmas mortíferos que en obra de pocos años diezmaron la población y habrían hecho presa en Barcelona, si Monjuich, que nos priva de la vista de aquella campiña, no nos hubiera servido en compensación de reparo salvador.
La crisis ha sido dolorísima. Durante muchos años esa comarca llamada á ser tierra de promisión, parecía haber atraído todas las maldiciones del cielo. En las horas más poéticas del día, cuando el sol se eleva risueño del mar y después de magestuosa carrera se esconde melancólicamente detrás las montañas de Begas, es decir cuando el campesino trabaja con más ardor y los amantes de la naturaleza más se extasían en sus inefables goces, eran precisamente las horas en que el enemigo miserable más se ensañaba en sus inocentes víctimas. En vez del labriego forzudo y curtido por el sol, habríase visto el labriego macilento con la palidez terrosa del paludismo en el rostro, las manos ahiladas, intentando defenderse en vano á fuerza de abrigos contra el enfriamiento marmóreo de sus miembros.
Todas las gentes huyendo de allí como de país apestado y sus valientes moradores reconquistando en medio de tantos peligros, sin más recursos que sus desmedradas fuerzas, la tierra ingrata que solo habían de beneficiar sus hijos y acaso sus nietos.
La obra de saneamiento no está terminada todavía. Aun se ven juncales dilatados, extensiones pantanosas, que con el tiempo surcará la arada potente y se verán cubiertas de doradas mieses. Sigue la lucha en la cual todos los propietarios combaten con las armas de que disponen contando unos con capitales, fiando otros pacientemente en la colaboración fecunda del tiempo y de su trabajo.
Entre todos sobresalen dos propietarios, el señor don Fernando Puig (2) y el señor don Miguel Casanovas (3), hijo del Prat, si no estoy mal informado.
Cada una de las respectivas fincas mide más de quinientas hectáreas ó sean mil mojadas, extensión que no creo alcance ninguna otra finca en Cataluña. Son dos explotaciones agrícolas que requieren para su estudio, no algunos párrafos de un artículo sino una monografía completa.
Don Fernando Puig, víctima tres veces de terribles calenturas, hace veinte años que consagra su actividad proverbial, gran parte de su fortuna y el espíritu de iniciativa y empresa que tan proeminentemente puesto le han conquistado en la industria, á los ensayos é inevitables fracasos propios de empeño tan meritorio.
Prueba de ello son el magnífico puente de hierro sobre el Llobregat (4), las potentes máquinas de vapor para elevar el agua del rio supliendo para finca tan vasta las deficiencias del canal en estío, la locomotora que silbando por aquellos llanos sobre un ferrocarril sistema Decauville, tendido en una longitud de 6 kilómetros, con el objeto de transportar las arenas con que mejoran las tierras.
El señor Casanovas hace sólo cuatro años que ha comenzado igual obra, pero sigue rumbo distinto. El señor Puig, una vez construidos los desagües, regularizado el terreno para su mejor distribución y puesto ya en producción, lo cede en arriendo construyendo casas de labranza á estilo del país (hoy se cuentan en número de veinte y dos). El señor Casanovas ha construido para su morada una casa soberbia con todos los refinamientos del confort. Esta casa está rodeada de pocilgas espaciosas, cuadras y establos vastísimos, dependencias anchurosas con un cuidado tan especial de la ventilación, llevada á la perfección, que puede penetrar en pocilgas y establos la señorita más delicada, sin que se resienta su olfato hecho á esencias alambicadas. Con esto, dicho queda que el señor Casanovas se dedica á la ganadería, y en efecto, allí, cerdos, vacas, yeguas, palomos, aves de corral y conejos, todo es al por mayor.
El señor Casanovas dirige personalmente la explotación: cosa digna de tenerse en cuenta, puesto que los jornales de hombre se pagan á 13 reales, y los de mujer á 9 y 10 reales. Allí nada de rutina. El cultivo extensivo con todos los recursos del arto agronómico: capital, máquinas y abono.
De la casa parte la locomotora que, á una distancia de tres kilómetros, va á buscar á la orilla del mar la arena que puesta en capas de espesor variables –hay sitios en que alcanza 30 centímetros- sirve para evitar el acceso de la sal á la superficie, mejorando al propio tiempo la tierra mezclada con la arcilla del suelo. Donde el suelo está formado de arena, la operación es inversa; se estanca el agua con aguas cenagosas del río, y en no pocos sitios se establecen cultivos en la misma arena, abriendo lagos ó zanjas que se llenan de estiércol.
¿Qué resultados darán estas dos grandes explotaciones?. El tiempo y el libro de caja lo dirán. Hoy por hoy el resultado es negativo, falta saber si germinará el dinero que ahora se siembra. De todas suertes veremos lo que puede hacer la agricultura puesta en las mejores condiciones apetecibles: tierra de primera, clima benigno, capital abundante, máquinas perfeccionadas, centro de consumos á 11 kilómetros. Digo proximidad al centro de consumo y he de aclarar el concepto. A las puertas mismas de Barcelona, sucede que a pesar de tener una estación de ferrocarril, hay ocasiones en que los inteligentes y laboriosos agricultores del Prat, no pueden extraer sus productos porque con las lluvias se ponen los caminos tan intransitables que no permiten ni el paso de un carro vacío. ¿Para qué pagarán la contribución esas buenas gentes?. ”

EL AUTOR
José Zulueta y Gomis (1858-1925), fue un conocido político, economista y escritor barcelonés, colaborador habitual en la revista Cataluña Agrícola y en los diarios La Vanguardia y Publicidad. Licenciado en Derecho en la Universidad de Barcelona y doctorado en la Universidad Central de Madrid dedicó parte de su vida al estudio de la economía agraria. En Cataluña, fue organizador del Partido Reformista de Melquíedez Álvarez, por el que llegaría a ser diputado al Congreso por el distrito electoral de Vilafranca del Penedés desde 1903 hasta 1923. Fue fundador de la Federación Agrícola Catalano-Balear y participó en numerosos organismos y asociaciones relacionados con la economía y la agricultura. De entre su abundante obra literaria destacan sus libros: Los problemas del Rift, La ciencia y el arte de pensar correctamente y Canales de riego.


Notas: 

(1). El autor hace referencia al Canal de la Infanta, llamado así en honor de la Infanta Luísa Carlota que, construido el año 1819, riega las tierras de los actuales términos de Cornellá, Hospitalet y Barcelona. El año 1859, después de numerosos problemas que atrasaron el proyecto, entró en funcionamiento el llamado Canal de la Dreta que transporta agua a los municipios de Sant Vicenç dels Horts, Sta. Coloma de Cervelló, Prat, Viladecans y Gavá. (2) Ferran Puig i Gibert (Girona, 1815-Barcelona, 1901). Financiero y político. El año 1838 fundó en Sant Andreu de Palomar una importante fábrica de tejidos. Fue regidor del Ayuntamiento de Barcelona y fundador de diversas sociedades y empresas. Poseía extensas posesiones en el delta del Llobregat que dedicó a la agrilcultura. Financió la construcción del primer puente que unió al municipio del Prat con Barcelona: el puente de Ferran Puig. (3) Miquel Casanovas. Padre del empresario agrícola pratense Jaime Casanovas Parellada. Construyeron, en los terrenos que actualmente ocupa el aeropuerto del Prat, la Colonia Agrícola Casanovas, dedicada a la ganadería y producción de leche y reconocida como granja modelo en toda España. (4) Puente de Ferran Puig. Ver la entrada “El puente de Ferran Puig” de este mismo blog. 



Referencias:
- La Vanguardia. De Comarca en Comarca. Prat de Llobregat. José Zululeta Gomis. Jueves, 25 de junio de 1891.
- www.wikipedia.org. José Zulueta y Gomis
- La Vanguardia. Los que mueren. José Zulueta y Gomis. 21 de abril de 1925.
- www.enciclopedia.cat. Ferran Puig i Gibert.
- www.bestiolesdemarina.blogspot.com. El canal de la Dreta.
- www.xtec.cat. Biografies de personalitats vinculades al Prat de Llobregat. Jaime Casanovas Parellada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario