El Prat de Llobregat fue conocido, durante siglos, como “el pueblo de las fiebres”; nombre genérico que comprendía enfermedades tales como el paludismo, la disentería, el tifus y las hepatitis; provocadas por los mosquitos y el agua no potable. La falta de condiciones higiénicas en el delta del Llobregat, hasta hace muy poco, causó verdaderos estragos a nuestros antepasados, indefensos a merced de un medio hostil e inclemente. Estas son pequeñas historias de aquella gente, marcada por la insalubridad, la pobreza, la incultura, la violencia, el trabajo y el sudor pegado al cuerpo, pero sobre todo, por un amor desmedido hacia esta tierra.

domingo, 10 de febrero de 2013

La raza Catalana del Prat. (1/3)


Entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, un grupo de entusiastas avicultores recorrieron, una y otra vez, a bordo de una tartana, los tortuosos caminos de tierra del delta del Llobregat; en busca de una nueva raza de gallinas, diferentes a las que se podían encontrar en otros medios rurales. Entre ellos estaban: Salvador Castelló y Carreras, creador de la Escuela de Avicultura de Arenys de Mar; Francisco Darder, director del Parque Zoológico de Barcelona, el marqués de Monistrol y de Aguilar, entonces, Director General de Agricultura; Luís Martí Codolar, Pedro Claparols y el joven pratense José Colominas Vergés, que años más tarde daría a conocer la “raza Catalana Prat” a nivel internacional.
Las pollos y capones del Prat que, desde siglos atrás, eran conocidos por su excelente valor gastronómico, habían sido objeto de una selección intuitiva por parte de los payeses, para atender a las preferencias de sus principales consumidores: “los señores de Barcelona”; favoreciendo el aumento de tamaño, la coloración leonada, o la ausencia de plumas en las patas.
En su búsqueda, de masía en masía, los avicultores adquirieron numerosos ejemplares de esta valiosa ave que fueron distribuidos entre granjas especializadas y organismos oficiales, como la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Madrid, en la Moncloa. Ellos fueron, en definitiva, los que llevaron a cabo, tras arduos esfuerzos, la primera selección y fijación de los caracteres de esta prestigiosa raza, la única en España que ostenta la Indicación Geográfica Protegida (IGP), otorgada por la Comunidad Europea.
LA RAZA CATALANA DEL PRAT
Los gallos y gallinas de la raza Catalana Prat deben presentar una serie de características comunes, de acuerdo con un patrón establecido, que incluye aspectos físicos y morfológicos en sus dos variedades existentes: leonada y blanca.
El gallo de la variedad leonada presenta un plumaje aperdizado, de color rubio oscuro, sin llegar al rojizo, con un tono más subido que la gallina, especialmente en el cuello y dorso, que son brillantes. Las plumas caudales son de color verde con reflejos metálicos. La gallina presenta una coloración rubia oscura, uniforme, con las plumas caudales negras.
Aspectos morfológicos del gallo de las variedades blanca o leonada: Cabeza grande, amplia y alargada, cresta de color rojo vivo, bien arqueada, de cinco o seis puntas; pico oscuro largo y muy curvado, ojos de color avellana, barbas grandes y orejillas de color blanco. El cuello es robusto y bien arqueado, las alas grandes, el pecho amplio y profundo y la cola larga, en forma de hoz, formando un ángulo de 40º-45º con el dorso, también inclinado. Los muslos son largos y carnosos, con rodillas bien separadas y los tarsos, de igual longitud, sin plumas, de un color característico apizarrado, que le ha dado el apodo con el que se le conoce popularmente: “pota blava” (pata azul). Los dedos, también de color pizarra, son fuertes, rectos y bien separados.
Aspectos morfológicos de la gallina de las variedades blanca o leonada: Salvando las diferencias debidas al género, ambos sexos son muy parecidos, salvo en pequeños aspectos destacables como: el pico es más corto y menos arqueado, las barbas redondeadas y la cresta caída hacia un lado, sin llegar a tapar el ojo.
POLLO Y CAPÓN DE RAZA PRAT
La Generalitat de Catalunya otorgó, en el año 1987, la Denominación de Calidad a los pollos y capones de raza Prat que cumpliesen los siguientes requisitos: los animales han de ser criados al aire libre, en tierra, en gallineros que no superen los 8 animales por metro cuadrado; la alimentación debe incluir, al menos, un 70% de cereales naturales; con una crianza mínima de 90 días los pollos y 182 los capones, y unos procesos de sacrificio y envasado controlados minuciosamente. El ámbito geográfico de producción abarca los municipios de: el Prat de Llobregat, Castelldefels, Cornellá de Llobregat, Gavá, Sant Boi de Llobregat, Sant Climent de Llobregat, Sant Feliu de Llobregat, Viladecans y Santa Coloma de Cervelló.
Además de esta distinción, los pollos y capones del Prat, se han convertido en la única carne aviar de España que ha sido galardonada con la etiqueta de Indicación Geográfica Protegida (IGP), otorgada por la Comunidad Europea, que verifica que dichos productos reúnen unas características de origen, cualidad y calidad certificadas, protegidas por las normas de la Unión Europea. Cada unidad de capón o pollo raza Prat destinada al consumo debe llevar una etiqueta numerada y el sello IGP de garantía de calidad del producto.

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