El Prat de Llobregat fue conocido, durante siglos, como “el pueblo de las fiebres”; nombre genérico que comprendía enfermedades tales como el paludismo, la disentería, el tifus y las hepatitis; provocadas por los mosquitos y el agua no potable. La falta de condiciones higiénicas en el delta del Llobregat, hasta hace muy poco, causó verdaderos estragos a nuestros antepasados, indefensos a merced de un medio hostil e inclemente. Estas son pequeñas historias de aquella gente, marcada por la insalubridad, la pobreza, la incultura, la violencia, el trabajo y el sudor pegado al cuerpo, pero sobre todo, por un amor desmedido hacia esta tierra.

sábado, 16 de febrero de 2013

El crimen del Prat (4/4)


EL INDULTO
Mientras el Prat de Llobregat recobraba la normalidad después de los tristes sucesos acontecidos, el condenado, Juan Rivera Campaña, veía pasar las horas, entre el horror y la esperanza, a la espera de un indulto que nunca llegaba. Preso en la cárcel de Sant Feliu, un edificio medieval donde los reclusos se hacinaban en condiciones inhumanas, su vida se debatía a la espera de una notificación oficial: la de ajusticiamiento por garrote, o la de indulto de la pena capital. Por suerte para él, la opinión pública estaba cada vez más en contra de este tipo de ceremonias “aleccionadoras”.
En enero de 1916, el ministro de Gracia y Justicia, señor Antonio Barroso Castillo, presentó ante el Consejo de Ministros varios expedientes de indulto de la pena de muerte, con motivo de la próxima onomástica del rey, para su aprobación. Entre estos expedientes figuraban los concernientes a los reos: Benjamín Gómez Rodero, de la Audiencia de Orense; Félix López Galiano, Vicente López Narro y Paulino Romero Sanz, de la de Guadalajara; Manuel Martínez García, de la de Almería y Ramón Esteban, Manuel Torrembó y Juan Rivera Campaña, de la de Barcelona.
El domingo 23 de enero de 1916, el rey Alfonso XIII de Borbón, conocido como el Africano, firmó los indultos aprobados en el último Consejo de Ministros, entre los que estaba el de Juan Rivera Campaña. Tras casi dos años de cautiverio, el reo podía por fin respirar tranquilo, sin tener que soportar la tensión que suponía que cualquier mañana podían trasladarlo al patíbulo para estrangularlo hasta morir. ¡Y el pánico a sufrir una muerte dolorosa!
El indulto real suponía la conmutación de la pena de muerte, por la de cadena perpetua. Juan Rivera Campaña, de unos treinta y siete años de edad, volvía a tener toda la vida por delante, toda una vida de desesperanza y arrepentimiento, ¿una vida?..
Jaume Codina i Vilà, el insigne historiador del Bajo Llobregat, escribía: “Esta tierra es la nuestra y aquella gente nuestra gente. Muchas veces he comparado –salvando las debidas proporciones- la penetración y pequeña conquista de nuestra Delta, con la del oeste americano: una tierra prometedora, nueva, llena de peligros, con diversidad de colonizadores, rivalidad de agricultores y ganaderos, un pueblo joven… Y la violencia, fatalmente como consecuencia inexorable. Una violencia a flor de piel, instantánea, brutal” (7).
La violencia se pagaba con violencia, y en esta trágica historia no existe un ganador, sólo perdedores.
NOTAS:
(7). Delta del Llobregat. La gent del fang. El Prat:965-1965. Jaume Codina i Vilà. Editorial Montblanc. Pág. 25.
Referencias:
Mundo Gráfico. 6 de mayo de 1914. Pág. 25.
La Vanguardia. Viernes 1 de mayo de 1914. Págs. 4-5
La Vanguardia. Jueves, 25 de febrero de 1915. Págs. 7-8
La Vanguardia. Viernes, 26 de febrero de 1915. Págs. 6-7
La Vanguardia. Domingo, 23 de enero de 1916. Pág. 11.
La Vanguardia. Lunes, 24 de enero de 1916. P.ag. 6.
ABC. Lunes, 24 de enero de 1916. Edición 1ª. Pág. 12.
La Vanguardia. Jueves, 14 de mayo de 1914. Pág. 5.
Delta del Llobregat. La gent del fang. El Prat: 965-1965. Jaume Codina i Vilà. Editorial Montblanc 1966.

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