El Prat de Llobregat fue conocido, durante siglos, como “el pueblo de las fiebres”; nombre genérico que comprendía enfermedades tales como el paludismo, la disentería, el tifus y las hepatitis; provocadas por los mosquitos y el agua no potable. La falta de condiciones higiénicas en el delta del Llobregat, hasta hace muy poco, causó verdaderos estragos a nuestros antepasados, indefensos a merced de un medio hostil e inclemente. Estas son pequeñas historias de aquella gente, marcada por la insalubridad, la pobreza, la incultura, la violencia, el trabajo y el sudor pegado al cuerpo, pero sobre todo, por un amor desmedido hacia esta tierra.

domingo, 10 de febrero de 2013

La leyenda del aviador perdido. (Parte 2)



EL PILOTO: EDUARDO LAUCIRICA CHARLÉN
Eduardo Laucirica Charlén nació en Bilbao el 13 de diciembre de 1912. Le faltaban pues 6 días para cumplir los 28 años. Cuando estalló la guerra civil, el 18 de julio de 1936, se encontraba en Santander y era estudiante de quinto curso de medicina. Fue alistado en el ejército de la República, pero se evadió, en cuanto tuvo ocasión, para alistarse en el bando nacional. “ En aquel entonces los comunistras estaban muy mal vistos ” – explica su sobrino Óscar Laucirica -. “ Era una persona joven, fuerte y jovial y rubio, una característica extraña porque en la familia de su padre eran morenos ” (1)
Eduardo participó en la guerra civil española como alferez provisional de aviación, prestando servicio como observador de reconocimiento en el grupo 22 de bombarderos nocturnos. En abril de 1939 ascendió a teniente provisional y una vez acabada la contienda, llevó a cabo el curso de piloto para cazas, siendo destinado al 23 regimiento del Ejército del Aire, con base en El Prat de Llobregat. Todo parece indicar que Eduardo era un piloto poco experimentado, auque, sin duda, las condecoraciones acumuladas no lo corroboran: Cruz de guerra, dos cruces rojas, Medalla de la Campaña y caballero del Águila Imperial Alemana.

Poco antes del accidente, Laucirica Charlén había decidido abandonar el ejército en breve, para reanudar y completar sus estudios de medicina y, tal vez, casarse...

EL AVIÓN: MESSERSCHMITT BF-109
El avión que pilotaba Eduado, un Messerschmitt BF-109 E-3 “era un aparato muy potente, con poca visibilidad, pero un auténtico “fórmula 1” para su época” (explica Cristòfol Jordà, ingeniero aeronáutico). Es un caza, de diseño alemán, de 8,7 metros de longitud por 9.60 de envergadura y 2,40 de altura. Estaba armado con cuatro ametralladoras en las alas y un cañón de 20 mm que disparaba desde el buje de la hélice. Este avión fue cedido por el gobierno alemán, al Ejército Nacional de Franco, una vez finalizada la Guerra civil española y, como no podía ser de otra manera, también tiene su peculiar historia: el 9 de septiembre de 1938 llegó a España, procedente de Alemania, el Mayor Walter Grabmann, que se hizo al frente del Grupo de Cazas J-88 de la Legión Cóndor alemana, con base en el Campo de Aviación de la Sénia, en la provincia de Tarragona. Desde allí, y hasta el final de la contienda, el mayor Grabmann realizó 143 incursiones sobre territorio enemigo, consiguiendo abatir 6 aviones de la República, por lo que fué condecorado con la Medalla Militar, concedida por el general Franco. El avión que pilotaba Grabmann, un Messerschmitt BF-109 E-3, con la numeración 6-130, fue entregado al ejército español poco después de la contienda y es el mismo que pilotaba Eduardo Laucirica aquella fatídica mañana de diciembre.

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